domingo, 9 de marzo de 2008

Infierno, de Patricia Melo

Título original: Inferno
Traductora: Rita da Costa
408 páginas
País: Brasil.

Este libro es una grata sorpresa para cualquiera que lo lea, merecería mayor éxito, así como muchos lectores se merecen conocerlo y disfrutarlo.
El comienzo es ya una ruptura con la narración convencional:
“ Sol, piojos, chanchullos, buena gente, trapos, moscas, televisiones, usureros, sol, plástico, tormentas, toda clase de trastos, funk, sol, basura y estafadores infestan el lugar.”Sólo con leer estas líneas sabemos que estamos ante una novela diferente, actual, dinámica, luego seguimos leyendo y nos vemos envueltos en una historia apasionante, llena de color y de aventuras.


José Luís Reis, Reizinho, vive en una favela de Rio de Janeiro, con sólo diez años ya sabe que él no quiere estudiar ni trabajar: quiere ser narcotraficante, como su vecino Miltâo, a quien admira. Así, mientras su madre trabaja como asistenta y su hermana Carolaine ve telenovelas y tiene una aventura con un hombre casado, Zé Luís deambula por la favela metido de lleno en el mundo de las drogas, el pillaje, los atracos y las traiciones constantes. Poco a poco va consiguiendo sus objetivos.

Es una historia muy dura, no le queda más remedio que serlo si quiere ser realista, ya conocemos cómo es la vida en las favelas por documentales, películas y otras novelas como Ciudad de Dios de Paulo Lins, pero uno nunca se acostumbra a tanta violencia y brutalidad y a que la muerte a tiros en las calles sea algo cotidiano, por eso no deja de sorprender y de doler el relato de la vida de Reizinho, más cuando al comienzo es un niño de sólo diez años. Por suerte para el lector Melo tiene la habilidad de condimentar la novela con buenas dosis de humor negro, un humor fino e irreverente que hace reír en medio de la desolación. A destacar: la mala suerte de Carolaine con sus “novios”, la vida folletinesca y superficial de la señora para la que trabaja Alzira (La madre de Zé Luis) como empleada doméstica y las aventuras de Rosa María, una prostituta que se casa con un alemán y se va a vivir al país de él, aunque sigue en contacto con el dueño del bar de la favela al que cuenta con mucha gracia los detalles de su nueva vida.

Uno de los recursos que más me han gustado son las onomatopeyas utilizadas por la autora con gracia y oficio, que tanto sirven como llamada de atención, como complemento del relato o para acentuar el carácter de los protagonistas, como ocurre en el caso de Marta, que siempre come chicle y cuando la narración se refiere a ella se intercala con el sonido del globo de chicle al explotar. Página 250:
“Plof, plof, plof, hacía unos globos enormes con el chicle, uno detrás de otro, con mucha rapidez. En esto no hay quien me gane, había dicho la chica, y era verdad, joder, qué bien lo hacía, y era preciosa, joder, globos, plof, uno tras otro, plof, plof.”Otro recurso interesante es el de narrar de continuo, sin distinguir diálogo, descripción o pensamientos, sin un puntos y aparte, y a pesar de ello que no genere confusión, más bien al contrario: queda una narración fluída, de gran soltura, que sorprende al lector por su claridad.
No puedo menos que recomendar este libro a todo el mundo, primero porque me parece injusto que sea tan poco conocido, segundo porque es bueno, muy bueno, de lo mejor que se ha escrito en los últimos años. Creo que Patricia Melo dará que hablar, quizá no con esta novela, será con otra, pero dados su juventud y su talento confío en que logrará destacar.

1 comentario:

  1. Hola.

    Totalmente de acuerdo.
    Es un libro delicioso desde el prisma de cómo está escrito y duro, muy duro, con lo que cuenta.

    Es una maravilla que no entiendo como no ha tenido más repercusión en el mercado. A veces nos cuelan pestiños infumables y, obras de calidad incuestionable, pasan totalmente desapercibidas.

    Saludos

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